Esta semana he estado
reflexionando acerca de ¿por qué hay tantas personas poco optimista, teniendo
cubiertas sus necesidades primarias (alimentación, trabajo, vivienda)?, he
pensando al principio, que la razón que las personas no demuestren su
“optimismo”, quizás este dado por el temperamento de las personas o la
idiosincrasia del país donde viven. Según Viktor Frankl hay que abordar la vida
como es, según en una carta de Rilkea la condesa Sizzo “el que no acepta de una
vez con resolución, incluso con alegría, la dimensión terrible de la vida,
nunca disfrutará de los poderes inefables de nuestra existencia, quedará
marginado y, a la hora de la verdad, no estará vivo ni muerto…”
Pero hay más: también los aspectos negativos y quizás
especialmente de ellos, se puede “extraer” un sentido, transformándolos así en
algo positivo, cuenta asumir que un acontecimiento negativo, sea cambiado en
algo positivo, muchos se preguntaran ¿cómo puedo hacer eso? De un modo u otro,
debe haber frente a los aspectos
trágicos de nuestras existencia la posibilidad de “to make the best of
it”, como se dice en esta frase en inglés la posibilidad de sacar el mejor
partido.
Lo que no es posible el optimista
por decreto. A nadie podemos ordenar que sea “optimista” o que espere contra
toda esperanza. Si tiene motivos para ellos no es necesario que se le ordene;
pero si no lo tiene, no es posible forzarlo. Ocurre lo mismo con la risa: si
quieres hacer reír a alguien debo proporcionarle algún motivo, contándole un
chiste, por ejemplo. Lo que no puedo es obligar a nadie a reírse.
La felicidad o el optimismo debe
tener un fundamento, que nazca espontáneamente; pero la felicidad no se puede
fabricar. Lo que sugiere Viktor Frankl es descubrir tu sentido de vida, o como
lo diría Ken Robinson “descubrir tu elemento” o descubrir tu pasión, por lo tanto, si la consigues tendrás un motivo o un
sentido, que te impulse cada día, hacer feliz.
Sin embargo, Martin Seligman
señala que se puede aprender a ser optimista, los individuos producirán cambios
cuando asuman la responsabilidad, de sus propias conductas y emociones, es
decir, si sabemos que somos pesimistas y negativos, debemos asumir la
responsabilidad, y hacer algo para cambiarlo. El sugiere algunas técnicas para
tratar las creencias pesimistas. 1) Tomar conciencia de ellas, cuando aparecen
los pensamientos negativos, sencillamente tratar de pensar en otra cosa, 2)
Discutir acerca de las creencias pesimistas, porque existe menos probabilidad
de volver cuando una situación igual se presente, se les sugiere tener una
“externalización de voces”, es decir, debe elegir un amigo y disponen de 20
min, el papel de la otra persona consiste en criticarle a usted. Prefiera
alguien a quien pueda confiar. Debe exponer todas sus creencias negativas y la
otra persona replicaran dicha explicación. Esto le permitirá tener un panorama
amplio de sus creencias negativas y si es real creer en ellas. 3) Asumir y demostrar que la creencia
negativa, no se corresponde con la realidad, realizando la siguiente pregunta
¿Cuáles son las pruebas para albergar esa creencia?, 4) Cuando nos ocurre un
hecho negativo, debemos asumir que las causas son múltiples, así que ¿por qué
aferrarse a las más insidiosas? Pregúntese: ¿No podre pensar en esto de una
manera que no sea tan destructiva?
Por lo tanto, la actitud
optimista puede desarrollarse y aprenderse, pero debe ser por decisión propia y
cada individuo debe hacerse responsable de su cambio. Consiste en tomar conciencia de tus propios
pensamientos y manera de actuar en cada momento, responsabilizándote de tu
cambio… trabajando cada día para producir conductas positivas, requiere un
esfuerzo, no funciona decretando “mañana
voy a ser más optimista”, requiere cambiar de manera de pensar y actuar…sobre todo un esfuerzo que proviene de "ti mismo", para cambiar de actitud.
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