“La
sociedad de la opulencia trae consigo una sobreabundancia de tiempo libre que
ofrece, desde luego, ocasión para una configuración de la vida plena de
sentido, pero que en realidad no hace sino contribuir al vacío existencial.”
Viktor Frankl
Hace unas semanas escuche nombrar el “escuchador” como una nueva profesión, parece que surge con el fin de satisfacer las necesidades de las personas, de sentirse escuchada. Esta profesión surge en Tokio, que a pesar del bullicio de los 30 millones de personas que interactúan en el centro de la ciudad, la soledad va en aumento y ha hecho surgir esta nueva profesión. El escuchado es una persona que no requiere cualificaciones académicas especificas, lo que se espera de ella es que esté dispuesta a “escuchar” lo que otros tiene que decir, es poner a disposición de otros sus oídos, y ser capaz de escuchar diversos problemas o historias de las personas. El escuchador no da ningún tipo de consejos, sino que sólo se presta a escuchar.
Cuando este trabajo comenzó en Japón era gratuito y voluntario, sin embargo, ya la necesidad de este tipo de trabajo ha llegado a países occidentales, donde existen varias páginas web, ofreciendo los servicios de “escuchador” donde expresan “abundan los que quieren hablar, pero escasean lo que quieren escuchar”.
No obstante, no puedo dejar de reflexionar y preguntarme ¿Por qué hemos llegado a esto?, la dinámica social se desenvuelve de manera impersonal y sin ningún tipo de emociones, la mayoría de las interacciones sociales las realizamos a través de las diversas redes sociales, lo cual hace que estemos perdiendo el vinculo cara a cara que nutre y da significado a la vida cotidiana. Esto genera “el vacío existencial”, que consiste en una desvinculación del individuo del medio social, tal como lo comento Durkheim “cuando el individuo se separa radicalmente de los demás seres humanos, se encuentra incomunicado con las fuentes misma de la que normalmente debería retroalimentarse…” Por lo tanto, al no tener una retroalimentación social, donde puedan comunicar ideas y ser escuchado, se genera una vida sin sentido, llena de soledad que implica una vida sin arraigo social. Es por ello, que ahora necesitamos “escuchadores”, para muchos una fuente más de trabajo y para otros, una manera de ser escuchados.
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