viernes, 13 de septiembre de 2013

PERDIDA AMBIGUA


“Aprender a vivir es aprender a desprenderse”.
SOGYAL RIMPOCHÉ.
El libro tibetano de la vida y de la muerte.

En la actualidad nos encontramos en una sociedad de consumo,  donde existe la idealización de la belleza y de la eterna juventud, la muerte ha dejado de considerarse una parte de la vida, convirtiéndose en algo molesto de lo que ya no se habla, ni tan siquiera con quien la está viviendo de cerca. La actitud social ante el duelo o ante la perdida, es de ocultación y aislamiento, además nadie te pregunta ¿cómo te sientes?, porque trae consigo una respuesta que consideran tabú y nadie está dispuesto a escuchar. En nuestras sociedades occidentales, las personas no están capacitadas, para tolerar una situación que esta fuera de su control. Estamos acostumbrados a ganar y no a perder.   Por otro lado, si hablamos libremente de nuestras pérdidas, podrás  encontrarte personas que te digan “hay no seas tan negativa, habla de otras cosas más positivas…”, por lo tanto, es un tema que se evita y hasta existe una prohibición implícita de no preguntar y no hablar. 
Sin embargo, es inevitable decir que las “perdidas” existen, y hay muchos profesionales en el área de psicología como Bowlby, que define el duelo esas pérdidas como “todos aquellos procesos psicológicos, conscientes e inconscientes, que pone en marcha la pérdida de una persona significativa, cualquiera que sea  su resultado”. Es una reacción adaptativa natural ante la pérdida de un ser querido que conlleva, en general, un largo y costoso proceso de elaboración y ajuste.

Toda pérdida “mayor” (hablamos de familiares o allegados significativos) supone un cambio en la vida del doliente, cuya magnitud dependerá del “valor” que el fallecido tenía para él. En cualquier caso ya nunca será lo mismo, la pérdida producirá cambios en la forma de pensar, sentir y comportarse del doliente, a veces tan radicales, que llegan a conformar una nueva personalidad.

Este cambio puede ser positivo y contribuir al crecimiento personal o por el contrario ser una verdadera catástrofe, que condicionará una vida anclada en el pasado. Para unas personas, la muerte de un ser querido es algo devastador y paralizante, mientras que para otras, se transforma en una experiencia de crecimiento personal (Pangrazzi, 1993; Tizón, 1996a).

No obstante, hay dos tipos básicos de pérdida ambigua, es un tipo recientemente identificado de pérdida, que nadie habla y no tiene reconocimiento social, si te encuentran en este tipo de perdida, nadie a veces te entiende  que estés triste o confundido.  Una se da cuando los miembros de una familia perciben a determinada persona como ausente físicamente pero presente psicológicamente ya que no es seguro si está viva o muerta (Desaparecidos en combate, secuestros, desaparecidos en accidentes, etc) otro tipo se da cuando se percibe a la persona físicamente presente pero psicológicamente ausente (alzheimer, drogadictos, enfermos mentales crónicos, demencia senil, lesiones cerebrales, y la víctima de accidente cerebro vascular,). La situación es desconcertante y la persona que lo sufre se queda desorientada y paralizada. La incertidumbre impide que las personas se adapten a la ambigüedad de su pérdida y puedan elaborar un duelo, ya que la relación con esa persona, se queda congelada. No hay rituales de duelo y la validación social del duelo es escasa. La pérdida ambigua se prolonga indefinidamente y la incertidumbre implacable provoca un extremado agotamiento físico y emocional (Boss 2.001). Debido a que la persona perdida está aquí, pero no aquí, el dolor se congela, la vida se pone en espera. Esto hace que los familiares se sientan confusos y sin saber cómo comportarse ante esta perdida.

En conclusión, cuando te encuentras en un proceso de perdida ambigua, sino sabes que te pasa, tiendes a pasar mucho tiempo en un proceso de confusión y de dolor, sin embargo, cuando vas a un grupo de apoyo, con ayuda psicológica, donde todos comparten tus sentimientos, es mucho más fácil hablar de lo que te está ocurriendo, y allí te das cuenta que no eres la única persona que pasa por eso, sin embargo es importante recordar, que dentro de la sociedad y también en la familia, hay poco espacios para hablar y profundizar en estos temas considerados “tabú”, lo importante es aprender y crecer como personas en estos momentos de cambios profundos, no podemos quedarnos paralizados…sino aprender y ser consciente que la vida es “ahora”, y aprovechar ese tiempo que todavía nos queda con nuestros seres querido, aunque no nos reconozcan en el caso de los enfermos de  Alzheimer, debemos disfrutar con su compañía introduciéndonos en su propia realidad, y siempre podrán sorprendernos gratamente. 


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