“No anticipéis las tribulaciones ni
temáis lo que seguramente no os puede suceder. Vivid siempre en un ambiente de
optimismo”.
Benjamín Franklin
Desde hace mucho tiempo he vivido y he visto como muchas
personas a mi alrededor, enfrentan las situaciones negativas, con una actitud
de negación, resentimiento y tratan de hacer responsable al mundo entero de la
situación que están viviendo, diciendo en muchas veces: “la culpa de esto la
tiene…”, sin embargo, también conozco maravillosos seres humanos, que han visto en
la adversidad una manera para aprender y crecer como personas … y verbalizaban con
gran entusiasmo frases tales como: “poner a mal tiempo buena cara”…
Por eso me encanta lo que menciona Elisabeth Kubler-Ross “la
mayoría de la gente considera sus condiciones de vida como difíciles y sus
pruebas y sus tormentos como una maldición, un castigo de Dios, algo negativo.
Si pudiéramos comprender que nada de lo que nos ocurre es negativo, y subrayo:
¡absolutamente nada!... Todos los sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas
más importantes, así como todos los
acontecimientos ante los que decimos: «Si lo hubiese sabido antes no lo habría
podido soportar», son siempre regalos. Ser infeliz y sufrir es como forjar el
hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única razón
de nuestra existencia. No se puede
crecer psíquicamente estando sentado en un jardín donde os sirven una suculenta
cena en una bandeja de plata, sino que
se crece cuando se está enfermo, o
cuando hay que hacer frente a una
pérdida dolorosa. Se crece si no se esconde la cabeza en la arena sino que se
acepta el sufrimiento intentando
comprenderlo, no como una maldición o un
castigo sino como un regalo hecho con un
fin determinado.”
Por otro lado, Víktor Frankl que vivió el Holocausto, desde un
campo de concentración señala algo muy interesante, “que cuando él estuvo en
el campo de concentración recordaba a los hombres que iban de barracón en barracón
consolando a los demás, dándoles el
último trozo de pan que les quedaba. Puede
que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo
salvo una cosa: la última de las
libertades humanas —la elección de la actitud
personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio
camino”, es decir, que a pesar de las circunstancia de la vida, por más
terrible que sea el único responsable de la actitud que tomes frente a esa
situación es solo tuya…
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