lunes, 28 de julio de 2014

La autogestión en los niños.


Si usted quiere que sus hijos tengan los pies sobre la tierra, colóqueles alguna responsabilidad sobre los hombros. Abigail Van Buren

A veces pensamos que los niños no tienen la capacidad, ni el conocimiento, ni la experiencia, para tomar decisiones, por lo tanto, cuando tienen que tomar decisiones, allí  nosotros los adultos “llenos de sabiduría”, ayudamos que seleccionen la mejor opción, me pregunto ¿para quién es la mejor opción?

Cuando yo era niña, la mayoría de las decisiones acerca de mi vida, las tomaba mis padres…sin embargo, hubo una etapa de vida  que comencé a rebelarme y a tomar mis propias decisiones , allí me sentí dueña de mi vida y fui capaz de aprender de mis errores. Los niños requieren obtener aprendizajes de la vida a través de sus experiencias, una manera es dejar que ellos mismos tomen sus decisiones. Con el fin que puedan extraer aprendizajes tanto de los errores, como de los éxitos.  

El papel de los padres es acompañar desde la libertad, en los procesos de aprendizajes… evitando decir ¡yo te lo dije!...sino  ¿qué aprendiste?, ¿en qué te puedo ayudar?, ¡puedes contar conmigo!, la idea es desarrollar habilidades de tolerancia a la frustración y capacidad de toma de decisión, para cuando sean adultos, puedan ser capaces de aprender de sus errores y continuar en el camino de la vida.

Es inevitable que los padres quieran evitar dolor y sufrimiento a sus hijos, es por ello, que a veces quieren elegir,  por ellos cada uno de sus acciones de vida, para si garantizar que les ira bien... pero la única manera de evitar dolor a lo largo de sus vidas, es que comiencen desde temprana edad a tomar decisiones pocas relevantes y aprendiendo de cada uno de ellas, así también ellos se conocen y pueden ya a comenzar a auto-descubrirse. 

Los niños pueden sorprenderte, tienen muchos conocimientos y además sentido común, hay que confiar en ellos y en los valores que les ha enseñado… seguro te sorprenderá con excelente de decisiones. Además, también es una manera de desarrollar en ellos la inteligencia interpersonal e intrapersonal.

Aprender a monitorear los sentimientos para saber qué nos sucede, y llegar a entendernos y a tratarnos con respeto y compasión mientras decidimos qué medidas tomar para lograr equilibrio y satisfacer nuestras necesidades emocionales nos proporciona mecanismos para calmarnos y evita que tengamos reacciones desmedidas frente a lo que se nos presenta. Asimismo, nos permite tener en nuestras manos las riendas de casi todas las situaciones, lo que redunda en un marcado bienestar emocional que llega a notarse en el plano físico también. De ahí la importancia de desarrollar tanto la inteligencia interpersonal como la intrapersonal.

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